El Clown llega a nuestro país como una realidad nueva, en desarrollo, una rama de las artes escénicas que encuentra sus raíces en La Comedia del Arte, la pantomima y el circo.

Se trata de contar una historia, transmitir un mensaje. En este sentido, el clown se encuentra más cerca de actor dramático que del payaso de circo (que solamente plantea situaciones con humor).  Se vale de la expresión corporal, gestos y movimientos, en los que se pueden incluir objetos y que son base para la interacción con el público.

Este personaje se enfrenta a la realidad como algo nuevo, para descubrirla y explorarla. El mundo está para él cargado de dificultades, que debe sobrellevar, oscilando entre la duda y el ánimo, llegando incluso a potenciar los obstáculos.

El camino elegido siempre es el más difícil, ya que está determinado por las emociones, que son el motor principal de sus acciones. En nuestros números mostramos las características esenciales que lo definen, en especial a cada uno de nosotros: ingenuidad, vulnerabilidad, torpeza, capacidad de soñar, claridad, honestidad, etc.

El humor se conjuga con el leguaje poético, al abordar temas que tocan nuestra sensibilidad. No se busca provocar una risa en base a la burla, sino la risa por medio de la reflexión sobre las situaciones planteadas y de la interacción con el público. No hacemos el clown “delante” del espectador, jugamos con él, nuestro juego es influenciado por sus reacciones. Si el clown no tiene en cuenta las reacciones del público, se instalará en el vacío.